
El jueves 18 al mismo tiempo que estudiantes salían a reclamar por su derecho al medio pasaje, tenía lugar la semana de derechos humanos en la universidad y la FEPUC salía a buscar firmas para la ratificación de la Convención Interamericana de DDHH ocurrió un hecho que tomó a muchos por sorpresa. Las autoridades universitarias, más específicamente la Dirección de Asuntos Estudiantiles (DAES) atentaron precisamente contra uno de nuestros derechos: el de acceso a la cultura.
En una movida completamente sorpresiva la universidad al parecer quiso llevar a sus últimas consecuencias lo de "ser un ejemplo para para el país", esta vez mandando a clausurar una serie de proyecciones llevadas a cabo por grupos de estudiantes en el pabellón Z por usar material audiovisual pirata o descargado de Internet violando derechos de autor. Estos grupos presentaban semanalmente los jueves de 12 a 4 una variedad de contenidos como lucha libre (La raza), anime (AnimeH), telenovelas asiáticas, entre otros. Algunos de los afectados, como AnimeH llevaban varios años realizando sus actividades y tenían una afluencia constante de personas ajenas incluso a la comunidad universitaria. Resulta especialmente curioso que se haya tomado una medida tan drástica teniendo en cuenta que durante años se toleraron y se dieron salones y pantallas para estas proyecciones. Incluso en el caso de AnimeH sus actividades aparecían en la agenda oficial de Suplemento Q y se le dedicaron reportajes en la misma revista, el último hace tan sólo unos meses ¿Si nuestra universidad condena la piratería por qué dejo que dejó que se pasase durante años en sus dominios e incluso la promocionó? Creo que uno de los lemas que se mostraron por los 90 años fue "bienvenida la coherencia" pero aquí lo que percibo es arbitrariedad. Despues de todo la letanía contra los males de la piratería no es nada nuevo aquí y habría sido muy fácil negar la autorización a este tipo de actos. Quizás podamos hablar de diferencias entre la Dirección de Comunicación Institucional (DCI) que publica Punto Edu y Suplemento Q y la DAES, pero es en todo caso la segunda la que permite o deniega esto. Creo que no soy el único que piensa que cuando se sienta un precedente hay que respetarlo. Al menos eso se nos dice nuestro decano en las sesiones de consejo para disuadirnos de ser blandos con estudiantes a punto de perder su matrícula por su mal desempeño.
Contra la piratería, ¿y contra la cultura?
En estos casos se muestra como la aplicación de ciertas ideas que pueden ser válidas en una realidad pueden ser completamente desacertadas en otra. Algo como esto podría dar pie a disertar sobre cómo las ideologías o doctrinas filosóficas no pueden ser transplantadas en estado puro fuera de su contexto original sin caer en serias contradicciones con el nuevo medio o servir de crítica a los ideales reguladores de la vida social, que pretenden someterla a sus designios sin tener en cuenta como ella funciona y cuanto pueden llegar a chocar con ella en la persecución de sus fines. Pero prefiero dejar por esta vez de lado la metafísica ¿A qué viene todo esto entonces? Pues resulta que en este país me atrevería a decir sin equivocarme que el 95% de la música, películas y anime que consumimos son o bien pirateados -con Galerías Brasil, Polvos azules y rosados y el Centro Comercial Arenales como sus respectivos emporios- o bien descargados por Internet, lo cual en ambos casos significa que no se pagan derechos de autor. En todos estos casos los productos originales y con licencia son escasos, casi inexistentes y cuando los hay sus precios son exhorbitantes para la inmensa mayoría. Un amigo mío con una pasión inusual entre nosotros por la formalidad, se mandó a comprar en Estados Unidos los dvds originales de una serie de anime. Le costó cerca de 200 soles, si se hubiese dado una pasada por Arenales habría conseguido lo mismo por 10. Buenos, bonitos y baratos, los abominados piratas y descargas son sumamente eficientes en proporcionarle al consumidor más exigente lo que desea. Por tanto en el Perú el fan de anime, el melómano e incluso el cinéfilo se abastecen mayoritaria o totalmente del material contrabandeado hasta el punto que esto ha llegado a formar parte de su cultura. De este modo una autoridad que vive en el mundo de las ideas y cree que estamos en Japón, Europa o Estados Unidos donde basta con hacer cumplir la ley para que el consumo cultural sea absolutamente formal muestra un desconocimiento absoluto de su entorno.
¿Tan sólo aplicación desmedida de las normas?
Con todo lo dicho creo que puedo decir sin temor a equivocarme que la DAES ha cometido un atentado real contra el derecho a la cultura pues priva a los afectados de la que es prácticamente la única fuente de acceso a muchas de sus manifestaciones. Se supone que uno de los fines de la universidad es promover el mayor número de actividades culturales de parte de los estudiantes, pero con este acto no hace sino poner trabas al dinamismo que en todo este tiempo se ha alcanzado. Así, en su rigor de imponer las normas terminan siendo como Creonte, quien atrajo el dolor y la ira de los dioses antes que la paz con su celo en castigar a la estirpe de Edipo
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Es por todo ello que resulta lamentable que ni un solo representante estudiantil haya dicho nada sobre el tema, posiblemente por desconocimiento o por creer que se trata de algo irrelevante. Sin embargo, despues de todo lo dicho creo que se podrá entender que esto posee connotaciones mucho mayores de lo que podría aparentar a simple vista. Aunque habrán notado y reconozco personalmente una debilidad por el anime -que me permite en este caso argumentar con conocimiento de causa sobre el problema- no considero que ventilar esta preocupación sea un capricho, una agenda de minorías. Creo que esto es algo que debe preocupar a cualquiera al margen de sus preferencias estéticas porque se sienta un precedente preocupante que puede terminar afectando a todos. Por mi parte expreso desde aquí mi completo apoyo a todas las acciones que AnimeH y los demás grupos afectados por la medida realizen ante la DAES y ofrezco interponer mis buenos oficios para llegar a una solución razonable. La iré adelantando desde ahora para que se vea que aparte de criticar es necesario ofrecer soluciones: dado el éxito y la importancia que han cobrado grupos como AnimeH y para que la universidad no se contradiga con el anterior respaldo a sus esfuerzos debería, a través de su sección de audiovisuales, gestionar la adquisición de dvds de anime originales de las series de estreno para las proyecciones que se realizen de aquí en adelante. De este modo, al igual que se ha hecho con ciclos de films como el del Cine Foro y las más recientes del CF de Letras se combinaría calidad y apoyo institucional con lo que ganarían todos: los asistentes, la vida cultural y el pluralismo.