domingo, 13 de julio de 2008

El afan de ganar más: rechazan pedido de Letras de no aumentar número de ingresantes

En mis dos primeras en el consejo surgió un tema de especial interés para toda la universidad. Lo que resultó de él fue bastante revelador de cuáles son las prioridades de quienes conducen la Católica. Temo que no pocos compartirán mi malestar al leer esta noticia.

Hace unas semanas Fidel Tubino, decano de Estudios Generales Letras presentó a la Oficina Central de Admisión una propuesta para mantener en 1400 el número de ingresantes para el 2009 (una cifra ya de por sí bastante alta) y de aumentar la cuota de los ingresos por ITS y Tercio Superior, que son las que reciben gente con mayores calificaciones. La propuesta fue aprobada por la oficina. Nuestra primera sesión como consejo el 3 de julio empezó precisamente tratando ese asunto y estuvimos de acuerdo por unanimidad en no aumentar el número de vacantes. Esperábamos que se tomase en cuenta nuestra preocupación. Sorpresivamente en la siguiente sesión del 10 de julio se nos dijo que el día anterior se había rechazado la iniciativa en el consejo univeritario, de hecho aparte de nuestro decano y de los representantes estudiantiles en la instancia (que no son un tercio de los miembros como reclamamos) nadie votó en contra del aumento, a pesar de los arguementos presentados por la Oficina de Admisión. El plan es aumentar el próximo año en 150 el número de ingresante sólo a Letras (en el caso de Ciencias podemos esperar lo mismo o más) y serían otros 150 más cada año.

¿Qué motiva a la universidad a seguir incrementando su alumnado aún contrariando la opinión de sus Estudios Generales? Según se nos dice es para realizar obras como la ampliación de la Biblioteca y del Comedor Central pero, ¿el problema con éstos no es acaso y en primer lugar el exceso de estudiantes? La infraestructura de Letras pasa por crecientes dificultades para afrontar el flujo de estudiantes: se hacen colas en las fotocopiadoras, faltan aulas, las salas de cómputo y de estudios no se dan abasto. A nuestra facultad no se le han dado, como ha dicho nuestro decano, el tiempo ni los recursos necesarios para adaptarse a éste crecimiento, ¿cuándo estarán haciendo un tercer piso por ejemplo? Sin embargo, los problemas más serios no pasan por la infraestructura sino por la superestructura. Con ésto me refiero a que no alcanzan profesores para cubrir la demanda académica. El resultado: se recurre a cientos de profesores contratados y no titulados sin la preparación adecuada para dictar y los docentes más antiguos -sobretodo los de Humanidades- no se dan abasto para dictar los numerosos cursos que se les asignan, eso sin contar la necesidad de contratar más personal administrativo para atender los servicios crecientemente demandados y los problemas administrativos. Si la situación es así ahora si sigue aumentando la población estudiantil es evidente que tenderá agravarse.

El aumentar los ingresos parece ser la única prioridad de nuestras autoridades en nuestro tiempo. Cualquier otro criterio y objetivo se supedita a este fin. Y parece que la calidad académica y nuestro propio prestigio estarían quedando relegados, como en cualquier universidad empresa. Como muestra de ello podría verse en el caso de ese terreno al lado del centro cultural. Se barajaba la idea de construir ahí edificios para albergar cursos de maestría de nuestra universidad ¿Qué se ha hecho con él ahora? Venderlo para construir oficinas y alquilarlas. Esto parece ser una de tantas manifestaciones de ese espíritu para el que el dinero es un fin y no un medio. Nuestro fin como institución es crecer, no simplemente ganar más. Aparte, si aumenta la población estudiantil se necesitarán siempre más recursos, más infraestructura, más profesores, más personal, por eso mismo más ingresos. Y que nos queda ahí: básicamente o subir las pensiones o seguir aumentando la población y generando más demandas ¿Se necesita ser especialmente brillante para ver que con eso se está generando un círculo vicioso?

Que yo sepa las grandes de estudio, las verdaderamente prestigiosas ni se llenan de estudiantes ni tienen como prioridad hacer dinero. Y eso es lo que muchas veces las diferencian de una universidad empresa o de una pública de mala calidad. En todo caso puede ser que esté siendo demasiado pesimista. Tal vez los planes de nuestra universidad funcionen y nos aseguren un futuro tan o más brillante que nuestra historia en las últimas décadas. Pero me reservo el derecho a dudar. Y desearía que decisiones tan importantes, que impactan tanto en nuestra vida como institución y que pueden causar malestar entre alumnos y profesores se debatiesen más antes de tomarse. No creo que es algo que deba salir directamente del pequeño círculo de la asamblea universitaria en donde predominan el rectores, los vicerectores y directores académicos. Sería sano que este asunto pasara por una discusión mucho más amplia que implique a sectores amplios y que, si es posible, sea revisado por la asamblea universitaria, que es sin duda una institución más representativa.

Desde este espacio y como representante de Letras, la unidad afectada por esta medida cumpliré con mi deber de promover este debate y de informarle sobre el tema. En este sentido, durante estas vacaciones estaré trabajando para que otros cuerpos estudiantiles se pronuncien y fijen una posición definida sobre el tema. Se está definiendo nuestro futuro como institución, nosotros somos quienes la sostenemos como institución y tenemos derecho a hacer oír nuestra voz en la decisión que se tome.

No hay comentarios: